Los dos libros que cambiaron mi vida

Después de años de enfrentar desafíos físicos y emocionales, un hombre pensó que había llegado al fin de su vida. Sin embargo, la nueva perspectiva espiritual que alcanzó al leer la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana trajo una curación física y mejora del carácter que cambió su vida.

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Los dos libros que cambiaron mi vida – la Biblia y “Ciencia y Salud con la Llave de las Escrituras” por Mary Baker Eddy – llegaron a mis manos hace diez años, en un momento en que enfrentaba desafíos físicos y emocionales que comenzaron a temprana edad.

De niño asistí a una escuela parroquial en Uruguay. Era muy introvertido, lo que me creó problemas con mis compañeros y maestros. Cuando era adolescente, mis problemas sociales y emocionales inhibieron mi progreso como estudiante y crearon dificultades en mis interacciones con los demás.

La frustración general me llevó a enojarme con todas las personas que conocía. Fue entonces que comenzaron mis problemas de salud y me enfermé de úlceras de estómago y gastritis. Al mismo tiempo, mi padre, que era el sostén de la familia, se enfermó y ya no pudo trabajar. Se decidió que yo debía buscar un empleo.

Quería cumplir mis sueños; uno de ellos era ser futbolista profesional. La amargura porque mis esperanzas y sueños no se cumplían aumentó mi resentimiento y mis problemas de salud.

Luego, cuando tenía veintitantos años, conocí a una mujer de profunda fe, quien más tarde se convirtió en mi esposa. Ella comenzó a hablarme sobre temas espirituales y la oración desde la perspectiva de su religión. Lo que dijo me impresionó profundamente, pero mis problemas de salud persistían. Yo había aceptado que mi situación era desesperada.

A los cuarenta y tantos años tuve que ingresar a un centro de tratamiento intensivo debido a mi mala condición física y mental. Pensé que había llegado al final de mi vida. Poco a poco, con el apoyo de mi esposa, comencé a mejorar y mis dolencias físicas comenzaron a sanar. “Te devolveré la salud y sanaré tus heridas – dice el Señor” (Jeremías 30:17, NTV).

Unos meses después de regresar a trabajar, me despidieron después de 24 años de servicio. Sin embargo, mi perspectiva de la vida había cambiado por completo y empecé a ver las cosas desde un punto de vista más espiritual. Me encantaba leer y orar, cosas que antes desconocía.

Fue entonces que me sentí guiado a leer la Biblia; la leía a cada momento libre. Pero cuando terminaba de leer, todavía tenía muchas preguntas sin respuesta sobre la vida. Pensaba: “¿Y ahora qué?”

Hacía un tiempo, mi esposa había ido a una feria callejera y comprado un ejemplar de Ciencia y Salud. Compró el libro pensando que leerlo me haría bien, sin saber de qué se trataba; estuvo en nuestra biblioteca por un tiempo. Pero cuando lo abrí, comencé a encontrar las respuestas a todas las preguntas que me había hecho a lo largo de mi vida y que nadie había podido responder.

Leer Ciencia y Salud, que después me enteré es el libro de texto de la Ciencia Cristiana, me abrió la Biblia y amplió mi comprensión de que Dios es el bien y de mi relación con Él. Aprendí que yo no era un mortal sin esperanza, sino espiritual y eterno, el reflejo de Dios que no puede caer en la confusión o la enfermedad.

Cuando terminé de leerlo de principio a fin, quise saber más sobre la autora y sus otros escritos, y sobre su descubrimiento, la Ciencia Cristiana. Pude comunicarme con la Iglesia de Cristo, Científico, más cercana, y cuando la visité, me dieron otra literatura de la Ciencia Cristiana. Los miembros me recibieron muy amablemente y me invitaron a asistir a sus servicios religiosos, lo cual hice sin dudarlo.

La Biblia y Ciencia y Salud cambiaron mi vida por completo, me reformaron moralmente y me sanaron físicamente. Los sentimientos de ira y resentimiento desaparecieron y, en cambio, sentí compasión y perdón, como enseñan estos dos libros. Encontré un nuevo trabajo y un propósito. Me di cuenta de que cuando el pensamiento humano se centra en Dios, es una mejor transparencia para los pensamientos de Dios, o la Verdad divina, el sanador tanto de la mente como del cuerpo.

Finalmente, tomé un curso de dos semanas llamado instrucción de clase Primaria de la Ciencia Cristiana, que enseña la Ciencia del Cristianismo y cómo practicarla. Más recientemente, tomé una clase de enfermería de la Ciencia Cristiana, la cual prepara a los Científicos Cristianos para cuidar de manera práctica a los enfermos.

Estoy agradecido por todo lo que sigo aprendiendo de mi estudio de la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana. Gracias a ellos soy un hombre nuevo.

Para leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

Adaptado de un artículo publicado en el número de noviembre de 2020 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana.

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Dear Reader,

About a year ago, I happened upon this statement about the Monitor in the Harvard Business Review – under the charming heading of “do things that don’t interest you”:

“Many things that end up” being meaningful, writes social scientist Joseph Grenny, “have come from conference workshops, articles, or online videos that began as a chore and ended with an insight. My work in Kenya, for example, was heavily influenced by a Christian Science Monitor article I had forced myself to read 10 years earlier. Sometimes, we call things ‘boring’ simply because they lie outside the box we are currently in.”

If you were to come up with a punchline to a joke about the Monitor, that would probably be it. We’re seen as being global, fair, insightful, and perhaps a bit too earnest. We’re the bran muffin of journalism.

But you know what? We change lives. And I’m going to argue that we change lives precisely because we force open that too-small box that most human beings think they live in.

The Monitor is a peculiar little publication that’s hard for the world to figure out. We’re run by a church, but we’re not only for church members and we’re not about converting people. We’re known as being fair even as the world becomes as polarized as at any time since the newspaper’s founding in 1908.

We have a mission beyond circulation, we want to bridge divides. We’re about kicking down the door of thought everywhere and saying, “You are bigger and more capable than you realize. And we can prove it.”

If you’re looking for bran muffin journalism, you can subscribe to the Monitor for $15. You’ll get the Monitor Weekly magazine, the Monitor Daily email, and unlimited access to CSMonitor.com.

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